Dos
luceros quedaron
en mis ojos prendidos
cuando en aquel paisaje verde
yo te vi, y locas mariposas que
nunca presentí, en mi pecho
aletearon,
corazón cual heraldos perdidos.
Un pájaro planeó en aquella
alfombra verde, y alcanzó en
raudo vuelo el pico de su amada,
bailó una danza etérea en su
ansia
por tenerla, yo pensé embelesada:
es el amor sin sombra.
Temblando las espigas rubiales
se abrazaban y con un áureo beso
sus cuitas se contaban, en
fragantes
lavandas y perfumadas flores.
Un milagro de amor se formó
en aquel hermoso paraíso, yo como
tu
Eva corrí desnuda y enfurecida de
pasión entre tus brazos, y
mientras
tu mi Adán gimes de pasión, yo
dejo
caer mi saliva caliente,
hincha tu sexo para bendecirme.
Hoy bajo la sombra de un árbol
en nuestro intimo paraíso,
como deseo tenerte y hacerte el
amor
ardientemente como tu Eva desnuda
y deseada, me quema tu mirada
me atrapan tus deseos.
soy tu Eva y tu mi Adán, nuestras
caricias normada se asientan hoy
en lecho mineral
quiero quedarme en ti y atender
las señales de tu cuerpo,
riégame las entrañas y florecerás
en hombre
Hubo un silencio, silencio
en que te adoro, eternidades
entre
nuestras bocas, mi boca acerco a
tu
rumor nevado, purísimo sabor de
tu
presencia, espuma dulce, el sol
en mi costado.
No hubo mas angustia, desolación
ni hastió, dos cuerpos febriles de
pasión
que se encendieron como una
antorcha
de savia viva que hicieron juntos
en lubrico descenso al infinito,
que dieron rienda suelta a sus
deseos
volviendo a las raíces de la vida
con furia y alegría.
Y cuando se miraron nuevamente
desde un lacio estopor de carne
sudorosa
y complacida, sintieron del eterno
la
llamada, de la especie, la plácida
ventura
compartida.
Lizbeth 213
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